La Paz de Cristo
La Paz de Cristo
Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo.
-- Juan 16:33
En nuestra vida terrenal tenemos muchas tristezas y aflicciones, pero en Cristo hallamos la paz que necesitamos para seguir adelante sin desmayar. Él ya ganó la victoria y esa es nuestra paz.
Escuchar tus peticiones
No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
-- Filipenses 4:6-7
Puedes estar tranquilo, Dios te escucha cuando clamas a él. Lleva tus peticiones ante el Señor con una actitud de gratitud y confianza. Recibe su paz y espera porque él obrará a tu favor y conforme a su voluntad en el momento preciso.
Recibirte con brazos abiertos
Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me recibirá en sus brazos. (Salmo 27:10)
¡Dios siempre estará contigo!. Aunque te fallen o se alejen las personas que más amas, puedes acudir a Dios. Él te espera con los brazos abiertos y anhela recibirte y darte su consuelo. No dudes en acercarte a tu Padre celestial.
Refugio y protección
Cuán grande es tu bondad,
que atesoras para los que te temen,
y que a la vista de la gente derramas
sobre los que en ti se refugian.
Al amparo de tu presencia los proteges
de las intrigas humanas.
-- Salmo 31:19-20a
Dios es tu Padre bondadoso y amoroso que derrama su bondad sobre tu vida de muchas maneras diferentes. Refúgiate en Dios en tus momentos de dificultad, recibe su protección y su ayuda. Camina con Dios cada día y disfruta de su cuidado y su compañía.
Libertad de la condenación
Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.
(Juan 3:16-17)
El amor de Dios por cada uno de nosotros es tan grande, que estuvo dispuesto a enviar a su propio Hijo Jesucristo, para que podamos ser libres de toda condenación a través de su sacrificio en la cruz. Jesús no vino para condenarnos, ¡él vino para liberarnos del poder del pecado! ¡Acepta hoy su regalo y vivirás con él por la eternidad!
Prosperidad
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos, sino que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella. Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera! (Salmo 1:1-3)
Aquel que ama la Palabra de Dios y la pone en práctica, vive en obediencia y dentro de la voluntad de Dios. Su fortaleza y su prosperidad vienen de esa relación intensa y constante con Dios. ¿Cómo no va a recibir bendición quien busca la presencia de Dios y vive dentro de sus preceptos? Deléitate en la Palabra del Señor en todo momento, obedécela y verás cómo tu vida prospera.
¡Elige creerle a Dios y sus promesas! ¡Él nunca te fallará!
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