La Direccion de DIOS
La Direccion de DIOS
Guíame, pues eres mi roca y mi fortaleza, dirígeme por amor a tu nombre. (Salmo 31:3)
Guíame, pues eres mi roca y mi fortaleza,
dirígeme por amor a tu nombre.
(Salmo 31:3)
Si el Señor es nuestro guía, llegaremos a puerto seguro. Podemos pasar por tormentas y dificultades, pero si nos dejamos guiar por él y nos afirmamos en él como nuestra roca, todo obrará para nuestro bien. Veremos brotar fruto bueno en medio de cualquier situación, porque contamos con la dirección y la fortaleza que vienen del Señor.
El antídoto contra el mal
La salvación de los justos viene del Señor;
él es su fortaleza en tiempos de angustia.
El Señor los ayuda y los libra;
los libra de los malvados y los salva,
porque en él ponen su confianza.
(Salmo 37:39-40)
Dios ayuda y libra a los que ponen su fe y su confianza en él. En medio de los tiempos de angustia, él es la fortaleza de cada uno de ellos. Los que confían en el Señor experimentarán su salvación y cuidado en medio de cualquier circunstancia. ¡El mal no los vencerá!
Todo es posible para Dios
¡Ah, Señor mi Dios! Tú, con tu gran fuerza y tu brazo poderoso, has hecho los cielos y la tierra. Para ti no hay nada imposible. (Jeremías 32:17)
¿Cómo no nos va a fortalecer saber que no hay nada imposible para Dios? Servimos al Dios todopoderoso, Creador de los cielos y de la tierra. Él tiene el poder para ayudarnos y librarnos de todo mal. No dudemos de su fuerza ni de su poder para intervenir a nuestro favor.
Su presencia nos fortalece
¡Refúgiense en el Señor y en su fuerza,
busquen siempre su presencia!
(1 Crónicas 16:11)
La presencia del Señor nos renueva completamente. Si necesitamos fortaleza, nuestra prioridad debe ser pasar tiempo con nuestro amado Señor y Salvador. Es en su presencia que encontramos plenitud de gozo, delicias a su diestra para siempre (Salmo 16:11). ¡Acudamos al Señor!
Mi fortaleza viene de Dios
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. (Filipenses 4:13)
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
(Filipenses 4:13)
Los hijos de Dios podemos avanzar en cualquier situación porque nuestra fortaleza viene de Dios. El apóstol Pablo había vivido en medio de escasez y también en abundancia. Pero se mantuvo firme y gozoso en todo momento porque la presencia y la fortaleza de Dios lo sostuvieron. Él tenía claro su llamado y su misión y sobre todo, sabía en quién confiaba.
Como él, podemos vivir en plena confianza de que lo que Dios trae o no trae a nuestras vidas, es siempre lo mejor. Podemos confiar sabiendo que él siempre nos concederá la fuerza necesaria para continuar y cumplir con la obra que él nos ha encomendado.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece

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