Amar como Cristo

Amar como Cristo


Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella para hacerla santa.
(Efesios 5:25-26a)

El amor de Cristo por la iglesia debe ser nuestro ejemplo. Jesús estuvo dispuesto a ir a la cruz por cada uno de nosotros y lo hizo por amor. Los seres humanos tendemos a ser egoístas, a buscar nuestro propio bien antes que el de los demás. Pero el esposo cristiano necesita llenarse del amor de Cristo, buscando en todo momento el bienestar espiritual de su esposa, lo que la acerca a Dios y la santifica.

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El orden correcto

Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza y Salvador de la iglesia, la cual es su cuerpo.
(Efesios 5:23)

Todo en la vida funciona mejor cuando seguimos los consejos e instrucciones y el matrimonio no es la excepción. Para que haya paz y armonía debe estar claro el orden de liderazgo. El esposo debe buscar la dirección de Dios sobre lo que es mejor para él y su familia, debe tener una vida saludable de oración y estudiar la palabra. La mujer también necesita acudir a Dios pidiéndole sabiduría para ella y para su marido y apoyar a su esposo en la toma de decisiones que alegren el corazón del Padre.

Fomentar la intimidad sexual

¡Bendita sea tu fuente! ¡Goza con la esposa de tu juventud! Es una gacela amorosa, es una cervatilla encantadora. ¡Que sus pechos te satisfagan siempre! ¡Que su amor te cautive todo el tiempo!
(Proverbios 5:18-19)

Dios anhela que el esposo y la esposa tengan una vida sexual satisfactoria durante toda su vida y que sean exclusivamente el uno para el otro. La intimidad sexual matrimonial debe traer gozo y satisfacción, no vergüenza ni temor, y debe reforzar también nuestra estima propia. En el acto sexual expresamos nuestro amor, nuestra confianza total en nuestro cónyuge y también el aprecio a la forma en que Dios nos creó a nosotros y a la otra persona.

Más fuertes con Dios

Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir. ¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente!
(Eclesiastés 4:12)

Se dice que en la unión está la fuerza y esto es todavía más cierto en el matrimonio. Un matrimonio unido es un gran ejemplo en este mundo que aplaude tanto el individualismo. Si ambos sirven a Dios, contarán con su ayuda en los momentos difíciles, recibirán su sabiduría para tomar las decisiones correctas y la fuerza para superar las pruebas. No solo se apoyarán y animarán el uno al otro en los momentos de tentación o de dificultad, sino que buscarán la dirección de Dios y perseverarán hasta obtener el resultado deseado.

Ser un equipo

Más valen dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo. Si caen, el uno levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante! Si dos se acuestan juntos, entrarán en calor; uno solo ¿cómo va a calentarse?
(Eclesiastés 4:9-11)

El matrimonio debe trabajar junto por metas comunes, uniendo esfuerzos para ver cumplidos los sueños y anhelos que Dios pone en sus corazones. Cada uno debe velar por el bienestar del otro, cuidarle y ayudarle. Si uno cae, el otro lo levanta, le venda la herida, le anima a seguir.


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